Silencios

¿Hasta dónde es capaz de llegar el ser humano?…

Impasibles, vamos viendo como nos sumergen sinuosamente en el mundo de la frialdad y de la muerte.

La vida se escapa entre nuestros días. ¿Lo percibes? La Tierra, cansada de tanta estupidez, nos dice a gritos que hasta aquí hemos llegado. Como una madre a la que se le acabó la paciencia. Con infinito amor, pero sin miramientos y sin escuchar a nadie, va a poner de un revuelo las cosas en su sitio.

Creemos estar a las puertas de las tinieblas pero… ¿no será que ya estamos dentro? Si no, no dejaríamos morir a familias que piden socorro en medio del mar sin inmutarnos. No permitiríamos que hubiera subastas de chicos y chicas en Libia, en Corea o incluso mucho más cerca…  ¿Esclavos? ¿En el siglo XXI? ¿Lo estamos viendo?… Ya nada parece sorprendernos.

El Hombre Azul, el que es capaz de destruir la belleza, el que crea conflicto, va ganando terreno a la bonanza de las gentes. Consigue sutilmente oscurecernos las mañanas y nos hace temer el futuro. ¿Existe el futuro? ¿Te lo has preguntado alguna vez?

¡Ay que el dolor planea sobre nosotras!… ávido de víctimas, de personas que miran hacia otro lado. Les regala sufrimiento a las mentes que viven constantemente revolucionadas. Que han perdido la capacidad de escuchar en sus silencios.

Mafias, drogas, guerras, armas, trata de personas, contaminación, destrucción… víctimas, y verdugos. Estos últimos campan a sus anchas. No hay límites para ellos. Como el niño malcriado que acaba insultando a sus progenitores. Así vamos por la Tierra, maleducados, consentidos… Nos han cambiado la visión del mundo. Nos han hecho creer que las cosas que no son necesarias, son las más imprescindibles. Malditos los que nos han traído, con toda su intención, a las puertas del infierno.

Pero… dice la leyenda que cuando callas, el sol decide salir de nuevo.

Lo dice también la mariposa con el silencio del aleteo de sus alas.

Y la flor de mi jardín, que se alza desafiante en medio de la yerba. Pero ¡qué hermosa es! Pequeña, pero como no le importa lo más mínimo, la hace muy grande. La brisa la zarandea y le roba todo su aroma y se lo lleva a cualquier parte.

Vida sin condiciones. Entrega absoluta… Presencia.

Quisiera llegar a ser todo lo que puedo llegar a ser… ¿Quién soy yo realmente?

Hay un corazón que late al unísono con el Universo y al hacerlo, se convierte en polvo de estrellas.

Granada, 04 abril del 2019

Ilustración: Marta Ventura

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