Querido diario…

Pintura de Christian Schloe

Ella ha venido a visitarme de nuevo. Me rodea con sus brazos y me hace cosquillas, sin saberlo, en el pecho. Y fíjate, hace que me emocione, no por verla, sino por ser quien es, por esa forma que tiene de moverse.

Las palabras, en su presencia, se derraman por algún lado y no hay forma de juntar sus pedazos. De ahí el silencio, que accedo a que me habite, pues no hay otra senda que la aceptación. Eso lo sé bien. Es entonces cuando las imágenes se presentan, una a una, con el tiempo suficiente como para contarme toda su historia, la que consigo ver con mi limitada mirada, y la que aparece de golpe, venida del lugar donde se guarda cada detalle de la existencia. Entonces, se cuela en cualesquiera de los lugares en los que pueda filtrarse, y lo hace muy bien, me abarca toda.

Mira, te voy a contar las imágenes que me han visitado esta mañana. La primera, ha sido la de mi madre cerrando la puerta de su casa anteayer, al atardecer. Llevaba “su” camisón puesto, y esa pequeña cola que se recoge en lo alto de la cabeza. Vi su mirada y, detrás de ella… ¿cómo decírtelo? … Atrás la acompañaba el abismo, el de una soledad enfrentada. ¡Qué soledad! Si la hubieras visto… Era densa, pesada, indigesta, pegajosa, sin mucho que contar, enemiga de la viudedad y de los años… Era fea, sin duda, muy dura.

Luego, me ha venido la imagen de las inundaciones en Bangladesh. Pero no era la imagen lo que se agarró a mis costillas cuando vi la noticia; fue un eco, el sonido de unas voces que se oían detrás de las imágenes. Eran pura lluvia, te lo aseguro. Eran el desconsuelo de las que, sin tener nada, lo han perdido todo. Eran llanto de un pozo profundo, desviado de la esperanza…

Luego me vino una imagen… de fuego… de injusticia… de inconsciencia…

Querido diario, ella ha venido a verme de nuevo. Era esa “sensibilidad” que me visita a menudo, que me abruma, que desgaja este corazón, que sacude mi alma…

Dicen que los agujeros negros contienen toda la Luz, y yo, mientras huía de la pena, he visto una pequeña y brillante flor entre las hierbas, una flor que me gritaba.

Ilustración de Christian Schloe